Una Buena actitud para obtener la medalla de oro

Una Buena actitud para obtener la medalla de oro
Cuando era una adolescente de 13 años, me inscribí en las competencias de atletismo, en lanzamiento de disco, en mi escuela secundaria.


Teníamos un Club Polideportivo al lado por lo que las condiciones eran buenas para practicar, con bases de lanzamiento y el campo de futbol al frente. Una de mis compañeras de práctica, Lucía, se ofreció para enseñarme a lanzar el disco. Practicamos duro, aprendí las reglas y la manera más efectiva para mí para que llegara más lejos, uno puede buscar su propio estilo.

El día de las competencias yo estaba visiblemente emocionada. Se hicieron las eliminatorias y quedamos las mejores marcas, Lucía, otras chicas y yo. Luego fuimos a la ronda definitiva. Lucía, ganó medalla de oro, y yo, medalla de plata. Quedé satisfecha con el triunfo, pero me prometí a mi misma. esforzarme para superar mi propia marca.


Por problemas económicos me cambiaron de esa escuela secundaria privada a una pública. Ahora practicaba en un terreno vacío que estaba al frente de mi nueva escuela. No había grama, ni malla, ni base de lanzamiento. Mi hermano me ayudaba en la práctica, me recogía los discos y al devolvérmelos me decía: “Lanza hasta aquí”, y cada vez se alejaba más. No teníamos cinta métrica para medir las marcas, lo hacíamos con pasos y colocábamos piedras distintivas.

El día de las competencias deportivas, entre las diferentes escuelas secundarias de la ciudad, llegó. Solo yo representaba a mi escuela secundaria en Lanzamiento de Disco. De mi escuela anterior vinieron varias atletas que lanzaban disco, entre ellas, Lucía. Ya en la ronda final, luego de haber quedado entre las mejores marcas para luchar por las medallas, yo le decía a Lucía, quien me había enseñado a lanzar, que le diera con todas sus fuerzas. 

Pero yo también me esforzaba al lanzar porque estaba representando mi escuela secundaria, ellos tenían sus ojos puestos en mí. Al final, yo gané la medalla de oro y Lucía quedó en segundo lugar con la de plata. Su rostro cambió, estaba enojada, y no me habló ni me felicitó. Había superado a mi maestra.


En la vida, a veces nos puede pasar como a Lucía. Enseñamos a alguien a desarrollarse en una habilidad, o rol como líder, maestro, puesto de trabajo, etc., y al final, puede ser que nos supere, puede ser que esa persona se lleve el mérito, los honores y a veces, hasta el sueldo que yo me merecía. La Biblia nos enseña que nos animemos unos a otros, y que hagamos nuestro trabajo con amor. Si otro, a quien tú has enseñado te supera, dale gloria a Dios que has enseñado bien, y continúa esforzándote sin envidia, ni celos.


Por otra parte, si eres tú el que está aprendiendo de tu líder, haz todo el entrenamiento necesario, y aún más, aún cuando las condiciones no sean las que deseas en el ambiente de trabajo o en el lugar que te ha tocado superarte, representa con responsabilidad a tu escuela celestial, da lo mejor, cumple las reglas de la vida, así como en lanzamiento de disco no puedes lanzar estando fuera de la base, ni salir por delante, ni abandonar la base antes de que caiga el disco, sigue tu regla máxima, la Biblia, y confía que el que comenzó la buena obra en ti la perfeccionará hasta el día de Jesucristo, hasta el final. ¡Supera tu propia marca!

Por Mery Bracho

Actitud positiva en la vida. Aprendiendo a entrenar para triunfar. Superando obstáculos para llegar a la meta, superar problemas en la vida para obtener éxito. Una buena actitud para obtener la medalla de oro. Qué hago cuando mi alumno me supera como maestro. Me ganó la persona que yo enseñé, me siento mal.
Cortesía de Ambroz
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